Si el plan de rescate de los bancos americanos se rechazó ayer, dicen, es que la Presidenta demócrata de la Cámara de Representantes había arrastrado en el lodo la administración saliente cuando llama a adoptar el plan del secretario al Tesoro, Enrique Paulson. “Siete ciento mil millones de dólares", ha dicho Nancy Pelosi, "es una cifra alucinando pero sólo una pequeña parte del coste del fracaso de la política económica Bush que nos ha llevado dónde estamos hoy”.
Ultrajados, representantes republicanos entonces habrían decidido votar contra el plan Paulson, republicano, pero con más apoyo por parte de los Demócratas que por los Republicanos…su propio partido.
Eso pudo dar una explicación pero solo eso no puede explicar que los dos tercios de los Republicanos hayan optado por el “no” y, aún menos, que se haya encontrado un 40% de Demócratas para hacer lo mismo.
La Cámara de los representantes rechazó este plan ya que ni la derecha del partido republicano ni la izquierda del partido demócrata querían. La primera consideraba, como Darell Issa, representante de California, que equivalía a un segundo entierro de Ronald Reagan, el padre del liberalismo americano, ya que traicionaba los principios republicanos de libre empresa y dejar hacer el mercado. Thaddeus McCotter, representante de Michigan, declaraba así como la alternativa, con este plan era “entre una pérdida de propiedad a corto plazo o de libertad económica a largo plazo” y que una vez el Gobierno entrado sobre los centros financieros, sería difícil hacerlo salir.
La izquierda demócrata no querido salvar los bancos con el dinero de los contribuyentes por que el plan Paulson protege más a los financieros que las familias en dificultades.
Contra el dictamen de sus responsables, muchos Demócratas, de izquierda o no, votaron simplemente contra la administración Bush ya que la copa era llena y el rescate político de la economía americana está ahora entre paréntesis, hasta jueves al menos.
A partir del anuncio de este rechazo, la Bolsa americana se hundió más, acentuando una reducción ya sensible a la apertura, a una hora, sin embargo, donde el plan Paulson parecía prácticamente adoptado. El miedo va a extenderse mientras que las ondas de choque alcanzan los cinco continentes y que se afecta cada vez más Europa. Tras nuevos tratos y nuevas enmiendas, los representantes podrían volver de nuevo sobre su voto en la semana pero toda la cuestión consiste en saber si no es ya demasiado tarde, financieramente y psicológicamente, para oponer presas este a tsunami. No se sabe. Se verá pero si era el caso, la historia esta escrita.
Si las quiebras se multiplican y que la economía real hunde a los Estados Unidos, las exportaciones chinas a América van a contratarse y China va a sufrir a su vez. A un determinado nivel de caída de su crecimiento, China podría no tener más otra solución que de liquidar los bonos del tesoro americano que tiene de forma masiva. Eso haría afectar el fondo al dólar y a la economía americana y propulsaría, por todas partes, la inflación hacia cumbres.
La hora no es grave. Es muy grave.
Parece que Europa a través de su presidente en ejercicio quiere tomar las riendas para imponer nuevas reglas a la economía financiera, lastima que España no sea convocada a la cumbre de Paris, lastima que no aparece un modelo claramente de izquierda para oponerse al fracaso del modelo neo conservador, rehabilitar el trabajo en contra del poder especulativo, castigar a los responsables y proteger a los mas débiles.
Más allá del debate PP-PSOE sobre los efectos de la crisis en España, se requiere con urgencia un modelo europeo y mundial de Izquierda que defiende los intereses del pueblo de izquierda, del pueblo de los trabajadores en contra de los especuladores.
¡Asignatura pendiente de las Izquierdas Europeas!
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