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lunes, 7 de julio de 2008

Berlusconi ataca a la Unión Europea

No hay que los europeos que se estén enfadados con Europa. Algunos de sus Gobiernos lo son también y Silvio Berlusconi acaba de expresarlo a su manera, sin desconcierto y tronando. “Hay mucho que cambiar en las instituciones europeas, lanzó hace un par de semana, las actitudes de los Comisarios europeos, por ejemplo, que ponen a los Gobiernos en dificultades por sus declaraciones”. Dijo eso en la puerta - cerrada de la reunión de los dirigentes conservadores que precedieron, la apertura del Consejo Europeo de Bruselas. Informarse no era supuesto pero, como sabía, obviamente, que habría fugas, Silvio Berlusconi aprovechó de esta posibilidad de expresar sus quejas sin haberlo hecho oficialmente.

No tienen que hablar, proseguido”. Los Gobiernos no tienen que encontrarse, cada tres días, en el banquillo debido ellos”, aún afirmaron antes de tomarse implícitamente al Banco Central Europeo acusando “a Europa” hacer nada contra la elevación de su moneda. “Se sobrestima el euro. Eso penaliza difícilmente los productos europeos. Europa debe producir. Europa debe cambiar de velocidad”, concluyó.


En esta salida del Presidente del Consejo italiano, hay, en primer lugar, una rabia contra la Comisión que, en su función de guardiana de los Tratados - de Tratados queridos y firmados por Italia como por todos los países miembros, no deja más de recordar a Silvio Berlusconi al orden sobre el descontrol de sus cuentas públicas, la refinanciación de Alitalia por el Estado italiano y el expediente tanto explosivo de la gestión de los residuos en su país. Silvio Berlusconi se toma entre sus promesas electorales y los compromisos europeos de Italia. El hombre que es capaz de hacer suspender 100.000 pleitos en curso con el fin de evitar que un expediente que se lo concierne llegue ante los tribunales no soporta por supuesto que la Comisión se preocupe de lo que hace pero no hay que eso.


Como los Gobiernos europeos siempre lo han hecho, se corrige de sus dificultades sobre “Europa” y el hecho con tanto más calor y menos pudor que el sabe muy bien como la UE es impopular y debilitada y allí es todo el problema.


Muchos europeos acusan hoy todo y su contrario a la Unión. No se está muy ya lejos de los pleitos en brujería pero se le hacen dos verdaderos reproches que son, ellos, perfectamente fundados. El primero es la complejidad de sus instituciones y su ausencia de democracia. El segundo, cada vez más extremo, es el monopolio poder del que se beneficia el Banco central, no porque es independiente, lo que es necesario para su función, sino porque no hay, en frente ella, puesto que apenó tanto a afirmarse, de verdad poder político europeo que pueda, como en los Estados Unidos, pesar sobre sus decisiones recordándole que no tiene que la inflación tomar en cuenta.


Hay, es verdad, muchas cosas que cambiar en la Unión. No sería asombroso, en este clima, que otros Gobiernos europeos, el checo, el polaco en particular, siguen el ejemplo italiano, navegan, a su vez, sobre el euroenfadado, y que la tormenta agrande sobre la desunión europea.


La CIG (Comisión Inter Gubernamental), de la cual Berlusconi es miembro, tiene el poder de verdad de la UE y ha tenido varias oportunidades de proponer un modelo de construcción europea, fuerza es de reconocer que encerrados en sus lógicas y contradicciones nacionales, el proceso se estanca, se frena. Ahora nos proponen una Europa a dos velocidades: Los ciudadanos europeos que podrán trabajar hasta 65 horas y los inmigrantes sin papeles que podrán perder sus derechos (al sentido de la declaración universal del derecho del hombre y de la mujer) para “proteger nuestro modelo social… de 65 horas.


¿Y por que no dar el proceso de construcción europea a la eurocámara? Seguro que no podrán hacer peor.

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