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viernes, 17 de octubre de 2008

Inmigración: Mi (pequeña) memoria histórica

A la hora que la ley sobre la memoria histórica se aplica, en el momento que el juez Garzón decide abrir las fosas comunes, querría relatar mi pequeña experiencia. “Les hablo de un tiempo que los menos de 20 años, no pueden conocer...” Charles Aznavour.

Primer contacto con la inmigración

He nacido en Toulouse, desde mi más pequeña infancia he estado en contacto con los emigrantes: Estos hijos de republicanos y anarquistas españoles o catalanes con quienes compartí los bancos de la escuela.
Los ancianos nos confían estas historias de familias enteras, lanzado en las carreteras y caminos de montaña, transportando sus historias y sus pasados con forma de paquetes sobre un carro tirado a brazo, por los hombres de la familia. “Hola el extranjero, siéntate, te vamos a ponerte un plato, debe tener hambre, ti y tu familia”, no se pedían los papeles, no se exigía de firmar un contrato de inmigrante o tener un nivel C de francés.
Pero era un tiempo de sufrimiento, la sociedad no había esterilizado, categorizado, organizado la pobreza, era un tiempo o la relación humana estaba presente y el marketing político (expresión moderna que sustituyó lo que los antiguos definen como la demagogia) ausente ya que había la sensatez y la sabiduría de los ancianos que se escuchaban.


La escuela de la República integrante


Me acuerdo también de estas clases donde el profesor constituía pequeños grupos mixtos entre los franceses de origen y los hijos de estos inmigrantes españoles para ayudarles a integrarse rápidamente y a adquirir, la lengua y la cultura.
El tiempo o la escuela era un medio de integración. Me acuerdo de estos republicanos, anticlericales, que nunca habrían puesto los pies en una iglesia, pero que enviaban a sus niños a los cursos de catecismo: “Al menos tendrán el conocimiento necesario y podrán hacer una elección en todo conocimiento”. Era también el tiempo o la iglesia no pretendía dividir la sociedad, pretendía aliviar las heridas causadas por la aparición de la escuela laica de la República y todos estos profesores anticlericales. Era el tiempo o la religión tenía un papel para estructurar la moral de la sociedad, considerando que había más valores para reunir que de valores para dividir.

La situación política


No era perfecto, el Presidente de Gaulle, en buen patriarca de la nación pretendía reconstruir una sociedad y una administración destruida por una Guerra Mundial y las guerras coloniales (Argelia, Vietnam e independencias de las colonias africanas), manteniendo en puesto los colaboradores de los Nazis (Bousquet, Papon y todos estos jueces de los tribunales excepcionales) se podían percibir las señales anticipadores de mayo de 68.

Me recuerdo de estas furgonetas policiales antidisturbios aparcado permanentemente delante del centro cultural español de Toulouse en caso de que los antifranquistas o los vascos vinieran a manifestar. Me recuerdo de esta pared blanca, delante del centro cultural, con permanentemente pintada la señal de ETA ("Euskadi Ta Askatasuna"), me enteré mucho más tarde de su significado, creía en la época que era una injuria antifranquista en español.
Es verdad que Francia que se tenía liberarse del yugo nazi por su movimiento de resistencia, las autoridades francesas no veían de un mal ojo la aparición de un movimiento de resistencia en España y al País Vasco.
Me acuerdo de estos finales de tarde, al volver de la escuela en que debía hacer un rodeo para evitar las manifestaciones antifranquistas, distaba mucho de imaginar en la época que era el fermento que iba a dar nacimiento al terrorismo francés de Acción Directa.
De este período guardo una imagen de los españoles: Trabajadores, bien educados y respetuosos, preocupados de integrarse lo mejor posible en la sociedad, es una imagen que encontré más tarde en Suiza donde la segunda población de inmigrante es de origen español, desgraciadamente esto no es la imagen que veo desde que vivo en Barcelona.

Violencia de género


Eso fue también mi descubrimiento de la violencia de género, este vecino español que se disputaba con su mujer, la noche, volviendo del trabajo y mi madre que iba a interceder: “La violencia nunca es una solución” repetía, y con mis hermanos y hermanas esperábamos el final de las hostilidades para ir a dormir, tanto estos desencadenamientos de violencias nos daban miedo.
Me acuerdo también de mi incapacidad de hablar de eso con sus hijos, me imaginaba mal lo que podía resentir estos niños que ven a sus padres pegarse, o para ser más justo, al padre pegar su madre. Es una cuestión que tengo siempre sin respuesta: Muy joven asocié esta forma de violencia a los españoles y cuando he ido a vivir a Barcelona, fui sorprendido por el número de caso de violencia de género: ¿Los españoles son más violentos que el resto de los países europeos o los medios de comunicación hablan más de esto aquí que a otra parte?

Estudiante


Era el tiempo post 68: el aborto, el divorcio y el nacimiento de mi conciencia política. Me acuerdo de estos anfiteatros archi colmo, se discutían, se increpaban: que difícil era tener una opinión diferente de esta mayoría de extrema izquierda no silenciosa, era también el tiempo o algunos que estudiantes iban provocar abortos, en habitaciones de estudiantes con agujas de punto.
Era duro ver rasgarse las normas morales ante una determinada miseria humana.
Eso fue tambien mis primeros contactos y reflexión sobre el franquismo; antes estos inmigrantes españoles, no quería hablar mal de sus países o incluso de Franco, no lo comprendía: un dictador les había hecho perderlo todo… pero no querían cortar sus raíces.
Me recuerdo también de estas vendimias con este padre español y sus dos hijas muy bonitas pero quienes no se podían acercar de más cerca sin ver la ceja del padre levantarse: trabajadores, siempre lleno de entusiasmo y alegre, no era una infamia para ellos que de hacer las vendimias en la región de Châteauneuf du pape
, era casi una forma de pasar sus vacaciones en Francia, ganando dinero.

Hoy


Cuando vuelvo a Toulouse y que encuentro estas personas, viejas y pensionistas para la mayoría, los Catalanes me hablan Catalán y si puedo sacarles algunas palabras en Catalán: veo el sol encender sus miradas, los madrileños que me hablan del Real y afirman que Madrid es mejor que Barcelona, yo tengo la conciencia que esta integración a la francesa funciona, para el que lo desea.

Son franceses pero sus raíces y sus culturas están muy vivas y presentes.

Conclusión


Cuando veo aquí, crisis e inmigración mezclados a profusión, utilizados a exceso por algunos políticos, cuando veo estas actitudes racistas y xenófobos que estos provocan en la población, cuando veo estas políticas que al final crean la exclusión y la segregación, tengo el sentimiento que si los inmigrantes españoles no rompieron con su historia y su cultura, los que viven aquí no tienen conciencia de lo que ha sido la historia de España a través de la inmigración de estos españoles y catalanes.

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